Capicúa

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No  son las 11:11 esta vez, pero es hora de aclarar algunos puntos controvertidos; separados pero unidos, enfrentados pero iguales. Es momento de indagar, acerca de una sucesión de hechos que se tornan predecibles, incluso para quien no ostente certificación de adivino, ni se consulte con gurús; se trata de poder leer ¡Capicúa! aún sin tener reloj, e incluso sin estar jugando una partida de dominó.

En un esquema de sucesos variables, emociones inestables y muchas dudas, se presenta la necesidad humana de hurgar en la razón,  generándose las interrogantes que acosan constantemente al ser humano, especialmente en aspectos como la injusticia, la desproporcionalidad, los infortunios, el origen de las cosas y el futuro incierto, que defensores de la tesis del “no hay efecto sin causa” atribuyen a lacausalidad, mientras que impulsores del lema “la suerte está echada” responsabilizan a la casualidad

El “MAKTUB” de los árabes, por ejemplo, cuya traducción literal semeja a “está escrito”, se refiere a aquellos designios de los cuales el hombre no escapa, pues son hechos que, por voluntad divina, están predestinados a suceder; mientras que el “KARMA”, es referido por hindúes y budistas como una ley cósmica, encargada de compensar los actos, palabras y pensamientos del pasado. Asimismo, la “JUSTICIA DIVINA”, cuya aceptación es más generalizada, acoge el espíritu de las dos nociones anteriores, por tener el carácter estático de lo “ya escrito”, e incluir un inminente ajuste de cuentas para cada individuo.

No en vano, una sagrada fuente advirtió: “Con la vara que midas, serás medido”, refiriéndose a los actos y omisiones que, una vez realizados, tendrán una repercusión correspondiente a su hecho originario. Sucede lo mismo con “pedid, y se os dará; buscad, y encontraréis; tocad, y se os abrirá”, expresiones éstas, que no deben limitarse a su sentido más literal, pues de su esencia  interpretativa se desprende que es posible pedir sin hablar, buscar sin gesto alguno y tocar sin el mínimo contacto, una vez comprendido que, el solo comportamiento bastará, para que en esa misma medida te sea adjudicado todo lo anterior.

Así en la vida, aparecemos con nuestro primer rastro, nos ayudan a caminar, nos bañan, nos asisten para comer, y nos hablan despacito para poder entender; empezamos a crecer, hasta que llegamos a un punto en que nos estancamos y posteriormente comenzamos a encoger; nos hablan despacito para poder entender, nos asisten para comer, nos bañan, nos ayudan a caminar, y desaparecemos dejando nuestro último rastro, el cual será tan duradero y contundente, como la calidad misma de nuestro peregrinaje terrenal, que es a su vez, el principal responsable de esta capicúa existencial.

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