Él y Ella son Ella y Él

el y ella ella y el

Él se encontraba allí. Lucía un vestido floreado y pisaba con los finos tacones que esa mañana se dispuso a escoger. Él Estaba vestido de “Ella”, aunque la rusticidad de sus dedos, el ancho de su espalda, los músculos de sus antebrazos y el poco disimulo de su tono de voz, delataban el género originario que se escondía detrás de tanto maquillaje y glamour.

Ella llegó después. Su cabello era rapado, como el mío; usaba pantalones anchos y franela de cuello redondo, visualizándose, a la distancia, una sola línea de color negro. De no ser por sus delicadas manos blancas, la forma de su cuerpo, el estereotipo de su rostro y el fracasado intento en su entonación vocal, yo habría creído que se trataba de algún “Él”.

Ella tenía lo que Él quería, y era lo mismo al revés. Yo, mientras tanto, observaba sigiloso, analizando las circunstancias que llevaban al ser humano a desear lo que por naturaleza no fue. Él y Ella se cruzaban una y otra vez, haciendo uso del reojo como quien usa el espejo retrovisor al conducir.

Frente a mis ojos se apreciaba una misma escena pero desde dos generaciones distintas, siendo que la primera de las personas mencionadas estaría entre sus 65 y 70 años, mientras que la segunda habría recién iniciado la segunda década de su edad; haciéndose evidente que las situaciones no tienen que ver con épocas, y de allí que la prostitución sea referida como “el oficio más antiguo”, pero también que la homosexualidad, el uso de drogas y hasta el bullying han existido desde siempre, solo que con mayores controles de censura en la anterioridad.

Literalmente me encontraba en el medio de aquel escenario, y siendo que solo estábamos presentes nosotros tres, yo era el raro, el extraño, el distinto. Entonces, ¿Cómo habría de explicarles que allí afuera eran ellos la clase excepcional del mundo, cuando adentro conformaban una mayoría abrumadora?

Cada país, cada estado, cada localidad, cada barrio, cada escuela o universidad, cada grupo, cada familia e incluso cada individuo, tienen –en esencia-, una propia personalidad estructurada, por lo que no hay razones para que se les juzgue desde normas ajenas, siendo éstas, únicamente aplicables a la misma entidad que las posee.

Finalmente me retiré, sintiéndome afortunado de no haber sido tratado con la frialdad que algunas sociedades practican sobre sus minorías.

Zaki Banna / @ZakiBanna

zakibanna@hotmail.com

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