Zaki Banna: La fiesta retro

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A solo horas de celebrar un alza de manos histórica de tendencia «irreversible» y apariencia tricolor, me resulta oportuno compartir algo que esribí hace unos meses, consternado por una Era de contenido mediocre, separatista, egoísta y retrógrada; en la que algunos, de intereses mezquinos, condujeron al ultraje de su propia madre, a la vez que promovían el azote de sus hermanos, en manos de unos extraños con prontuario.

Esto fue, lo que aquella tarde llamé:

«La fiesta retro»

En un ambiente tan emotivo y galardonado por feliz, no podía pasarse por alto la oportunidad de celebrar una peculiar festividad.

Las fiestas, por lo general, son realizadas en honor de unos y para el disfrute de otros, donde el honrado es también aportante o dueño de la recepción, y como tal, se encarga de hacer cómoda y divertida la estadía de sus invitados. Sin embargo, se torna un poco extraño e incluso espeluznante, cuando la ceremonia tiene sede en tu propia morada, sin que hayas sido invitado y tampoco anfitrión.

En este caso, la referida juerga, ha tenido lugar en la mejor ubicación de dos hemisferios, donde su clima, sus jardines, y la riqueza que, por ignorancia o timidez, han desaprovechado sus copropietarios, conjugaron la iniciativa ajena con la apatía interna, llevando a cabo ese bonche tan burdo, en el que los invitados no solo se han empeñado en los centros de mesa, sino que incluso han improvisado el cotillón.

Los ornamentos han emulado muy bien el ambiente retro durante la celebración, nada moderno se ha visto, abundan los vehículos antiguos, desaparecieron los artefactos tecnológicos, se esfumaron ciertos alimentos, medicinas y accesorios de tendencia actual, se amenizaron simulacros de trueque y hasta hubo niños que confeccionaron en tela su pañal.

Los vecinos que también bebieron, comieron y un poco antes se retiraron, ahora se manifiestan molestos y hasta han amenazado con llamar a los órganos de seguridad, afirmando que ya fue suficiente y necesitan descansar, pues resulta y acontece que mañana es día laboral.

Ahora la música suena menos, también los de la orquesta se han ido marchando con su respectivo cotillón; se parece a una fiesta por allá en los 1.400, en la que anfitriones e invitados llegaron con tres embarcaciones y una religión.

Tal como en esa última fiesta, estarán todos invitados para recoger el desastre que deja toda celebración, pero sin presiones ni premuras, porque si algo es seguro, es que después vendrá el after party, el sancocho y el papelón con limón.

Zaki Banna / @ZakiBanna

 

«El fin ya dibuja su principio, y lo invita a revelarse este próximo domingo; a la vez que cita al resto de sus hijos, a respaldarlo en cada circuito».

 

 

 

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