Tú que atisbas sin recelo, y conjugas con tu praxis la diversidad sin reservas.
Por ti que tantos se alimentan y llenan de tus aguas profundos cántaros, mientras que abrigas, en tu seno, incluso al más desconsiderado de tus comodatarios.
Tú que eres generosa en el dar, pero titubeas de miedo escénico, a la hora de exigir.
Por ti los artistas se inspiran, mientras caen frustrados los autómatas que te pretenden emular.
Tú eres el verdadero Recurso No Renovable, aunque en las escuelas se empeñen en clasificarte por partes.
Feliz día, Madre Tierra. Gracias por tanto.