El túnel con salida

Pocas cosas preocupan tanto como el desgaste que sufre el enlozado de Maiquetía día tras día… y es que lo que sea que nos pase, nos genera un daño particular a nosotros mismos, pero cada llanto y cada inhalación forzada que se retrata en el área de migración, es una lágrima que derrama Venezuela, un pedacito de ella que se va; pero que se va forzosamente, porque nadie que sale de su casa, como hoy están saliendo los Venezolanos, lo hace por gusto.

Hace unos días, el jueves 9, atracaron a mi primo en su local, que es un negocio encargado principalmente de prestar servicio técnico a teléfonos celulares, así como la venta de accesorios para los mismos. El acto fue ejecutado por una pareja, mientras que él sacaba el arma y se ubicaba en un ángulo claro de la tienda, ella se dispuso a tomar todo lo que encontró, para luego en sociedad, echarse a correr. El establecimiento fue desprovisto de los celulares que varios de los clientes habían dejado para su reparación, junto a un disco duro y teléfono personal de su empleado, la laptop con la que se actualizaba y mejoraba el sistema operativo de los equipos dejados, y las pertenencias de dos clientes que se encontraban en el sitio. Uno de los equipos robados fue el de Angie, mi empleada.

A la par, el viernes 10, mi amiga Caterina desesperaba en preocupación pues a su madre se le paralizó la mitad del cuerpo sin aviso previo, temiendo algo muy malo, que fuera un ACV; el resultado no fue ese, pues existía algo peor: 5 tumores cerebrales, y cáncer en etapa de metástasis. El diagnóstico fue confirmado por Daniel, un médico caraqueño especialista, quien indicó otro examen y un tratamiento en el que incluyó anticonvulsivos, pues tal reacción física, podría aparecer en cualquier momento.

Ese mismo viernes, con la tarde aún iluminada y tráfico en las calles, fue interceptado un vecino de la zona, quien con la intención de ser despojado de sus pertenencias, también fue despojado de su vida, al cesar sus signos vitales  por las balas que le distribuyeron unos animales con partida de nacimiento. Su hijo, quien como muchos de los protagonistas migratorios había dejado atrás su país para recomenzar una vida de oportunidades en otra tierra, tuvo que tomar un vuelo de emergencia para ver por última vez a su papá, pese a que éste nunca más le volvería a ver a él.

No sé si las trabas impuestas a mi primo por agentes de investigación local para tomar su denuncia, -dentro de la que destacó: consignar factura de compra de cada uno de los equipos-, fue tan o más desconfortante que la colaboración que luego de “pararlo a la derecha”,  le pidió otro funcionario, para dejarlo ir sin novedad.

Tampoco sé si la solución será reducir la aparición de enfermedades al solo horario de oficina, porque no solo hay escasez de médicos los días viernes, sino que los medicamentos oncológicos son dispensados en sitios que no trabajan sábados y domingos (quizás en estricto apego a la legislación laboral)… y los anticonvulsivos desde hace tiempo ya no se ven.

Esto no se trata de describir el hospital de “El Niágara en bicicleta” del cantautor Dominicano, ni de vivir dentro de alguna de las letras de La Corte Imperia; se trata de que unos se están matando y otros se están muriendo, los primeros por violencia y los segundos por ineficiencia.

Que Venezuela siga conservando su VEN, aunque el VETE amenace con querer cambiar su nombre.

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