Un rato contigo

un rato contigo

En la búsqueda de la perfección, emprendemos un viaje al mejor estilo casting hollywoodense para hallar, nada más y nada menos, que un perfil cuya medida calce con exactitud en el molde que hemos elaborado. En ese ínterin, y obsesionados con la idea inicial, proseguimos pese a las penas del trayecto, readecuando nuestras expectativas a lo que vayamos percibiendo como realidad subjetiva.

 

En el trabajo o en la universidad, de jefe o subordinado, como pareja o hijo, para socio o amigo, mediante tacto o internet. En cualquier escena, iniciamos la búsqueda de la persona ideal que nos escuche y nos comprenda, que obedezca y ofrezca, que sepa engordar finanzas y resulte confiable. Buscamos por todos lados y en cada rincón a ese individuo que se adecúe a nuestro “todo en uno”, tal como asumimos que encajamos en ese “todo en uno” de aquellos que a nosotros se acercan, y a quienes les brindamos el privilegio de contar con nosotros, sin que dispongamos de la misma suerte desde nuestro sitial. Vivimos en la ilusión –porque literalmente lo es-, de asumir que alguien se pierde de nuestra confidencia, a la vez que somos sub-pagados en este negocio llamado vida, en donde no atinamos en el encuentro de quien cumpla su parte sin defraudar; hilvanando -en un recomienzo tras otro-, con nuevos propósitos, experiencias, nueva visión y destrezas, que reanuda el propósito primigenio de una búsqueda más capacitada aunque, finalmente, igual de aciaga.

 

Las personas no vienen -y esto es definitivo-, adecuadas a campañas de marketing estratégico en la mencionada modalidad “todo en uno”, debido a que cada quien cuenta con fortalezas que le son propias y debilidades que le acechan, en una distribución tan perfectamente aleatoria que, nadie más en la humanidad, logra igualar el contenido característico de otro. Por tal motivo y en la procura de evitar sufrimientos innecesarios, es preciso familiarizarnos con dos reglas principales: 1.-cada quien sirve para algo y 2.-todo es temporal.

 

Que cada quien sirve para algo no es asunto de explotación, sectarismo ni discriminación; significa que algunos atributos pueden compaginar entre una persona y otra, mientras otros sencillamente se repelan entre sí -como arte de magia u obra enérgica-, tal y como ocurre con personas que aún sin haber interactuado tanto, te caen pesadamente; o aquellas que, con el saludar diario en un ascensor, te transmiten suficiente confianza; situación similar ocurre en algunos hogares que, al visitarlos, no se percibe un ambiente cómodo, frente a otros tantos en los que puedes pasar largas horas de manera imperceptible. Pues así, de ese modo, funciona esta primera regla, en la que mucho importa la afinidad en determinados aspectos dentro de las relaciones interpersonales, mientras que, la incompatibilidad de los otros aspectos -aunque sean muchos-, tendrán poca relevancia; siendo así, por ejemplo, como dos personas honestas, organizadas y trabajadoras pudieran, con altas probabilidades, emprender una fructífera sociedad comercial, en donde poco importaría el apego espiritual a instituciones religiosas, las costumbres culturales o las preferencias sexuales de cada uno, y en cambio, la rectitud en el ámbito empresarial y la buena administración, constituirían básicamente “el todo” en el éxito de esa relación.

 

Bob Marley dijo: “Nada es para siempre. El café se enfría, el cigarro se apaga, el tiempo pasa y las personas cambian”, y tiene razón en lo que respecta a nuestra segunda regla, que está referida a la temporalidad de las cosas, e invita a obtener el máximo aprovechamiento de las mismas, en la medida que cada una tiene su lugar y cada persona su funcionalidad. Con el paso de los días, vamos experimentando nuevas necesidades, y es por ello, que se hace decisiva la escogencia adecuada, para garantizar la prosperidad del proyecto y así aminorar las decepciones y conflictos personales, mientras dure su finitud.

 

De manera que un excelente socio, no precisamente resulta ser el mejor consejero sentimental; tampoco una feliz pareja es, precisamente, la mejor combinación para practicar una disciplina al aire libre de la que alguno de ellos sea aficionado; ni el mejor profesor, en determinada área, es garantía de que resulte un excelente profesional para ser contratado. Las frustraciones llegan en la medida en que se deposita la fe en quienes queremos que sean, en lugar de quienes sabemos que pueden.

 

Resultaría injusto pretender endosar capacidades y depositar expectativas en quien, por naturaleza,  no tiene la posibilidad de cubrir nuestras necesidades, debido a que su potencial, aunque bueno, no precisamente comulga con nuestra dosis de exigencia. De allí, que tantas amistades de años se fracturen después de una relación comercial, o familias enteras se descompongan por deudas económicas, entre otros innumerables escenarios en que aplica esta analogía.

 

Para todos y cada uno de los eventos existe una persona ideal, aquella con quien podrás pasar, más a gusto, esos pequeños ratos que conforman la vida entera.

 

Zaki Banna / @ZakiBanna

http://www.facebook.com/lahemerotecla

 

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