Que prevalezca tu «Ser» ante tu «hacer»

Tu Ser ante tu hacer.jpg

 

El concepto ideal de “Ser”, pudiera referirse a un ente abstracto de pertenencia indelegable, el cual involucra autonomía, independencia y libertad; que rinde honor al desapego, y enaltece los valores de la personalidad. Dedicarse a ser, consiste en dirigir tus esfuerzos en una dirección, incluso burlar normas sociales, y no inclinarse ante jurado calificador.

“Ser”, lleva implícito un compromiso personal, producto de la decisión individualizada del propio actor; cuenta con intencionalidad y carácter permanente. “Hacer”, en cambio, va referido a la materialización de un deber como expresión de necesidad, y tiene carácter eventual, que debido a su naturaleza variable, este se va adaptando a realidades puntuales.

El hecho mismo de “Ser”, lleva consigo una serie de “haceres”, sin embargo, en estos casos, los últimos derivan de los primeros. Una cosa es ser profesional y otra -por ejemplo-, cumplir labores profesionales; cursar maestrías, que hacerse maestro; hacer diligencias, que ser diligente. La cuestión radica en la esencia del individuo, pues mientras unas asumen una condición humana basada en elecciones espontáneas, las otras representan  acciones aisladas tras un fin determinado. Por ello, las almas caritativas consolidan su cualidad mediante ejercicios de altruismo y desprendimiento, lo cual es muy distinto a simplemente efectuar actos de caridad, buscando ciertos propósitos de posicionamiento social.

“Hacer”, como hecho aislado, recolecta esfuerzos para demostrar, para cumplir y para lograr; trabajando siempre para la plantilla laboral de un monóculo espía, con opinión vinculante. Concentrarse en ser, en cambio, elude el triste hábito de intentar “parecer”.

La práctica efectiva de “Ser”, lleva implícito un estado de felicidad constante; mientras que, limitarse a “hacer”, trae de manifiesto satisfacciones esporádicas, cuyo efecto se disipa en torno a las circunstancias.

Sin duda alguna, el antídoto más eficaz frente a esta problemática, será dedicarte a aquello que mueva tus fibras, de ese modo, estarás forjando las dimensiones de tu “Ser”, con auténticas rutinas del acertado “hacer”; teniendo siempre en cuenta que el individualismo del segundo se limita a lo accionario, pero es el primero, que sienta las bases del equilibrio emocional.

 

 

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